jueves, 15 de septiembre de 2011

Despues del suicidio

Después del suicidio


Se cayó desde la más alta torre del castillo de la princesa encantada, bajo un vendaval de lluvias con forma de respuestas. Lo vió un lancero,  y lo vió un bufón. Desnudo, limpio, el mancebo nunca fue tan hermoso como ahora, momento en el que estaba totalmente inconsciente; medio muerto.¿Alérgico a algún medicamento?, le preguntó el lancero; ¿te han operado alguna vez?, le preguntó el bufón.  No, no, contestó el mancebo, sólo quiero volver con mi princesa. Las princesas son para los príncipes, acertó el bufón. ¿Qué te ha pasado, muchacho?, ¿por qué?, inquirió el lancero. Porque no es un príncipe, se rió el bufón, porque un muchacho no es más que un muchacho.  Es verdad, dijo el mancebo, sólo soy un muchacho sólo, pero  creía que era mi princesa; yo la cuidé, yo la resguardé del viento y de la lluvia; yo consentí todos sus caprichos. ¿Y dónde está tu princesa ahora?, se reía el bufón:
 Los jardines pueblan los triunfos de los pavos reales; parlanchina, la dueña dice cosas banales, y vestido de rojo piruetea el bufón. La princesa no rie, la princesa no siente; la princesa persigue por el cielo de oriente la libélula vaga de una vaga ilusión.
 Olvídate de ella muchacho, dijo el lancero, y comienza otra vida. Sólo soy un mancebo, respondió éste, que quiere ser  caballero. Para ti ya es tarde, acertó el bufón. Cada uno de nosotros responde a su Destino; yo soy un bufón, el payaso en soledad, de la corte, más quise ser arquero. Pero acepto mi lugar, pues quién sino yo hace reir a las gentes.
 Vamos ,vamos, despierta, le dijeron, no puedes quedarte dormido. Quizás si pudiera matar al dragón la princesa volvería. Los dragones no existen, le respondieron. Me haceis daño, dejadlo ya. No podemos,lo que te has metido puede afectar a tus habilidades cognitivas ; bajo mi responsabilidad, dijo el mago; hay que limpiarte el estómago.
Y despertó el mancebo, y le invadió una sensación de soledad como nunca antes había sentido, y se resignó. Al rato, se le acercó el mago, y le preguntó: ¿por qué?.Por desamor, contestóle el muchacho. Una mujer no es más que una mujer, acertó el mago. Y un muchacho no es más que un muchacho, inquirió el joven, ¿por qué me salvaste, mago, sin preguntarme antes si queria ser rescatado de las garras de la muerte? Porque es mi deber, amigo mio, la vida es un regalo. El Señor te ha dado una segunda oportunidad, debes aprovecharla, respondió el mago.
 Yo no he pedido nada; mientras esto pensaba el muchacho se acercó una doncella que estaba a cargo de su cuidado; de aliviar sus heridas. Fea, extremadamente fea y mal hecha, parecía la bruja de un cuento de hadas. Y rompió a llorar el muchacho, con largo llanto, pues se dio cuenta de que los sueños, sueños son. Escuchó sus lágrimas un poeta, que se acercó y le dijo: ríete niño, que te traigo la luna cuando es preciso. Vive muchacho, vive, y solo entonces preténdela nívea,  preténdala  blanca, preténdela casta
 Despertó, ahora sí, el muchacho, y quedóse mirando por la ventana que  más cerca estaba de su camilla. Da gracias de que puedas andar, le dijo el mago, da gracias en general, pues suerte has tenido. ¿Buena o mala?, preguntó el muchacho. Eso nunca se sabe, respondió el mago. Mientras tanto, el bufón se reía por no llorar; el lancero miraba en silencio; y el poeta se quedó sin palabras de presumir.

M. Fernandez

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