martes, 7 de abril de 2015

Un fragmento de Juanito Banana


EFTELING, OASIS DE CUENTOS          


El alba rompía en la ciudad de Ámsterdam. Perfectamente descubierto por el señor Banana que seguía con los ojos bien abiertos. Abandonara la cama con rapidez deseando asaltar el frigo. Su avispada intuición diera con el rico pan integral y la enorme bola de Edam. Un queso altamente gustoso después de desayunar buena parte. Hecho el bocata echaba un vistazo desde el ventanal del balcón. Gente paseando el perro, el carril bici lleno de ciclistas a toda pastilla, estudiantes con sus mochilas abarrotando las terrazas. Verdaderamente una calle agradable para distraer los sentidos y el aburrimiento. En este caso, el ilógico miedo que lo tuviera en vilo durante toda la noche. Todavía le provocaba moviéndolo como una ficha hacia el florero de tulipanes.
-Hm…que bien huelen estas florcillas-soltaba
Justo alado una revista de propaganda. Mostraba una interesante colección de diamantes. Le comentaran que el tallado de preciosas piedras era una artesanía muy apreciada en Ámsterdam. De disponer de suficiente capital, compraría uno para su bella princesa. Le oyera decir a su madre que los diamantes eran para siempre. Quitando ese punto de romanticismo. Aconsejado por Arsenia la más falsa de Villacuernos, afirmaría que los diamantes eran los mejores amigos de las mujeres. No podría ser de otra forma, al ser amante de grandes fortunas.
-Buenos días Juanillo ¿estas papando?-preguntaba el niño
-Ostras niñato, vaya susto me has dado-contestaba
-Hoy vamos a Efteling pero primero voy a desayunar en condiciones…mucha comida mñññmmmmm-comunicaba 



Reyes Armesto

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