domingo, 14 de abril de 2019

Entrega final: El tren

Sigamos con la novela...



 Pasaron los días y los protagonistas se hicieron becarios cuando llegaron  a la casa de Israel, les acogieron a ambos con agrado, su madre les dijo:
-¿Queréis algo de comer?
A lo que ambas contestaron que no. 
- Podéis dormir en la misma cama, estamos en otros tiempos, podéis quedaros en el jardín.

La señora se llamaba Sonia y el marido José Carlos. El padre de Israel era oriundo de Ourense, pero había aprobado unas oposiciones para ministerios y lo destinaron a Granada, donde había conocido a Sonia, que había estudiado química y era costurera.
José  Carlos era moreno de ojos verdes y su mujer morena, con ojos de color aceituna. 

No estaban lejos el uno del otro, Ivette e Israel un solo corazón para los dos que latía al mismo compás, dos almas aparcadas en las nubes rosas que auguraban un buen día, y una lluvia fina que moja sus brillantes cuerpos.
- ¡Otra vez a estudiar el año que viene!, ¿me llevarás a tu casa?,
- por supuesto que si,dijo Ivette y seguiremos teniendo becas.

Pero un día Ivette tuvo un mareo, fueron al médico y éste le dijo estas embarazada, le hicieron una ecografría y eran dos: un niño y una niña, ambos estaban radiantes  de felicidad. El dijo: 
- Yo seguiré estudiando y trabajaré cargando camiones. 
A lo que Ivette alego:
- Yo también seguiré estudiando. 

Alquilaron una casita cerca de una mercería e Ivette hacía trajes y cosas de ganchillo para niños y los vendía en la mercería cercana. 

Cuando se lo dijeron a sus familiares ellos dijeron:
- ¿Y qué pensáis hacer?  
- Casarnos, dijo él.
- Está bien, dijo Sonia.

La madre de Ivette dijo:
- Yo te compraré el vestido y pagaré el convite.




El vestido de Ivette era blanco de seda bordada, con una gran cola y un velo bordado de tul. Llevaba en un hombro del vestido una tela de raso blanco colgando hacia atrás y cayéndole por los pies. El  novio llevaba una camisa rosa con una pajarita beige y un traje de pingüino  de color crema, con unos zapatos color crema sin costuras, los zapatos de la novia eran altos de piel con piedrecitas de colores, al igual que sus guantes.
Faltaban 3 años para acabar la carrera, la siguieron sacando con 
becas.
Cuando por fin nacieron los niños el niño era pelirrojo con pelo rizo y la niña morena de ojos verdes. 

Unos años después...




Ya habían reunido suficiente dinero para comprar una casa, más bien un chalet, con piscina, frutales y flores. 
Su familia venía  todos los sábados a comer a casa: primos, tíos, sobrinos, ...  Y al empezar a comer todos sorbían la sopa y decían: "Fue Ivette". 
Y entre todos recogían el mantel, los platos y los más pequeños se divertían haciendo trastadas.

Los niños crecieron y ambos se echaron novios y los padres decidieron hacer las bodas juntas. 

- Tu llevarás mi vestido Mª  Isabel, lo llevaremos al tinte y tu Adán llevarás el vestido de papá.

Hay que decir, que esta pareja, había adoptado un gatito y un chiguaga, los dos de la misma edad, cuando sus hijos  contaban dos y tres añitos. 
El niño de dos añitos, tuvo la feliz idea de ponerle un tapón a la bañera y llenarla hasta los topes y se metió dentro. El perrito y el gatito al ver que no salía empezaron a dar la voz de alarma por toda la casa, ellos en su lenguaje ladraban y maullaban:
 - Guau, guau, guau ... miau, marrañau, ñau, ñau ... 
Y los llevaron hacia la bañera. Le hicieron la respiración boca a boca al niño y consiguieron reanimarlo. Después de darle una buena reprimenda, cogieron al perrito y al gatito y los lanzaron al aire, después le dieron de sus chuches preferidas. 

Un día Ivette e Israel  tuvieron una fuerte discusión y ella se fue a casa de su madre sollozando amargamente y también Israel llorando como un niño y sin saber qué hacer fue a casa de su suegra, llamo tímidamente a la puerta y esta le abrió diciendo:
 "- Pasa hijo, ¿Qué os a pasado?".
 Al llegar a junto de su mujer ambos se abrazaron e Ivette le explicó a la madre que ya no hacían el amor; Ésta les dijo:
"Esta noche dormiréis  los dos en la misma cama." 

Esa noche hicieron el amor, Israel  le dijo a Ivette: "Esto tenemos que hacerlo con más  asiduidad."

Y pasaron los años y los años y los años e Ivette e Israel  llegaron a tener tataranietos.
Dejaron una importante cantidad de dinero en el banco y varios 
chalets.
Cuando ella contaba 100 años y él 102 les vino la agonía, ella al ver  que él se iba de este mundo  no lo pudo soportar y los dos bebiendo agua por el mismo vaso subieron al firmamento, mas allá de las estrellas cogidos de la mano, los hijos sollozaban:
 - No os valláis los dos; 
Pero fue inevitable. Su descendencia alrededor de su tumba plantó rosas, azucenas  y toda clase  de plantas aromáticas, dicen que el aroma de las flores reconforta el alma de los muertos, "así es". 






FIN.    


Agradecemos a nuestra compañera Maricruz que nos haya permitido publicar su relato en nuestro blog.

Por muchos más.  


   














2 comentarios:

  1. Muchas gracias Mª Cruz por compartir con todos nosotros este relato tan bonito.

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  2. Un relato bonito y lleno de amor.

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