DEJEN PASO – Relatillo de terror
Se van
quedando a solas los pasillos, desprovistos de cualquier fuerza gravitacional
que les pase a adjudicar portadores de pasos, almas quejumbrosas, palpitantes,
frías, cálidas o simplemente distantes. Se quedan a solas los pasillos, con
visillos de las nuevas olas, modas, modismos, dimes o diretes. Se van quedando
a solas los pasillos, sin aledaños al daño o al temor, y, no obstante,
temerosos de los dos porque en tal soledad sólo se tienen los pasillos y nada
más que los pasillos. Unidos los unos con los otros sin que la distancia los
termine de juntar, y por la tal distancia se acreciente el sentido y hasta el
sentimiento de soledad. Los pasillos permanecen, y dicen que algunas almas
también: Penosas de no poder penar a gusto; apenadas de no poder anchear su espacio vital. Morriñentas de un pasado de cintas al
porvenir para venir a recalar en estos mismos pasillos, y en estos mimos
pasillos la soledad de las almas: Damas apuradas, caballeros prestos al baile
para un sinfín de bailes de pasillo, y de unos mismos pasillos que se mantienen
con el tiempo, -como tú y yo-, se dicen, pero ellos no responden; -como tú y yo
dicen-, pero ellas no responden. No se corresponden almas y pasillos, ni damas
ni caballeros, cuando el tiempo llega a su término, y en tal término nos
encontramos a solas con nuestros pasillos.
En el gris
marengo de una pubertad sin límite a la juventud, defenestrada por el que
hacer, mal hacer de no buenas artes, parte de las partes que pueblan o han
poblado nuestro ser, se enfrentan a sus más fieles y fútiles lutos y hasta
latiguillos: A solas por los pasillos, ya sin más vanidad que la del más puro
ocio, y ocio o vicio de pasillo. Tan sólo queda entonces pasear y pasear a
solas por el pasillo, sin visillo a otra moda que nuestra propia y horripilante
desnudez. Entonces damas, en fin, entonces caballeros, al fin, reconócense perdidos por la fuerza de su
intemperie una vez la luz los ha dejado
desprovistos del negro, que con sorna luce gris y gris sin merengue; con fiesta
o derecho a morder el polvo, que lo mismo se avergüenza de la luz que de su
ausencia, porque por y para el baile de pasillos se ha debido saber, se ha
tenido que saber todo aquello que no te daba permiso a permanecer. Injusticia y
fiel soledad la de una vida sin luz, por y para la oscuridad de un propio
pasillo sin visillo a otra modernidad que la de morir paseando sin más. Todo
lucir.- ¡Dejen paso!- ¿Quién gritará?