miércoles, 14 de diciembre de 2011

En el Divan (dos)

Mañana toca loquero, pero hoy no. Hoy futbol y cervezas. Unas cuantas. Será por eso que tengo la noche poética.

-   Bueno, marcho a casa que ya toca.
-   ¿Pero qué prisa tienes? Quédate y cenas con nosotros.
-   No, sin prisa ninguna. Bueno si, mañana tengo que coger el bus de las siete y como no estoy acostumbrado a madrugar…

Y marcho. Por el camino, agotado y borracho como estaba, decidí sentarme en un banco que hay cerca de casa, desde el que puedo controlar la ventana de la cocina. Encendida. Mejor espero, no quiero que mis tíos que vean así. Vomito. A esta edad. Vuelvo a sentarme. Cabeza agachada, manos cruzadas; Rosalía de Castro:

¡Oh ti, roxa estrela,
Que din que comigo
naciche, poideras
por sempre apagarte
Xa que nunca pudeche
por sempre alumarme.

Luz apagada. Se baja el telón. Pero antes de ir a dormir le digo a mi demonio que se lleve mi alma. Me responde que es de plástico y que pesa demasiado. Que listo es el jodío! Nunca entiendo nada de lo que me dice.
Siete de la mañana. Esperando el autobús de línea que va para Ourense. A estas horas estoy empanadísimo. Un hombre de mediana edad se acerca y saluda: buenos días. Paleto, pienso ¿Quién? Llega el bús. Casi cinco eurazos, mecagoensumadre. El precio ya me lo sabía pero me jode lo mismo.  Relax. Me espera una hora de trayecto; tiempo de sobra para aprender a tocar la guitarra. Y para mi cielo.

Ah, que verde es mi Galicia. Desarraigo. Desarraigado. Recuerdo sentirme así. Recuerdo la conversación. Bueno, más o menos.

-   Desarraigo, supongo
-   Dilo otra vez
-   ¿El qué?
-   Desarraigo
-   Desarraigo ¿Qué es lo que te hace gracia?
-   Es que eres gracioso. A ver, dime ¿Qué crees que te hace falta?

Vaya, esos dos casi se la pegan; esos cochecillos sin carnet son un peligro; otro sacacuartos más ideado por algún iluminado.

-   Pues es que ya no lo sé; le he dado tantas vueltas a todo que ya… Supongo que una motivación, algo que me sorprenda y me haga reaccionar.
-   Yo también he estado mejor, pero tengo ilusión.
-   Eso suena bien. Pero oye ¿por qué has desaparecido dos semanas?
-   Vacaciones. He ido a África. A pensar, ya me entiendes; en ti, en nosotros.

Joder, la discoteca de La Manchica. La de veces que habré pasado por su lado y nunca me dio por entrar. Dicen que tampoco me pierdo nada. Aunque a veces sortean un coche o algo así, yo qué sé!

-   Pues podrías haber avisado.
-   Dos semanas no es tanto tiempo.
-   A mí me han parecido una eternidad. Pensé que habías desaparecido.
-   Exagerao! Oye, se hace tarde, tengo que irme.

Tengo unas ganas horribles de fumar. Menos mal que ya estamos llegando.

-   ¿Volveremos a vernos?
-   No lo sé.
-   O sea que no.
-   Es que no lo sé.

Fumo. Llamo a un taxi y llego justo a tiempo. Apenas nada tengo que esperar. Nada. Unos minutos con el doctor Lomba y derivado al P.I.I., o lo que es lo mismo Programa de Intervención Intensiva; o lo que es más de lo mismo, una unidad de suicidas. La única en toda Galicia; yo siempre tengo suerte. Todo va muy rápido y en dos días ingreso en la unidad de psiquiatría del hospital.

Santa María Nai. Rosalía:

¿Por qué meu esprito,
por que ora te humillas
cando eras altivo?

¿Por qué, corazón,
por qué non falas
falares de amor?

-   Yo espero que sí
-   Tengo que irme, adiós.
-   Adiós, Sandra.

En la terraza de un bar la espero, a las cuatro de la tarde, todos los miércoles por la mañana. Un café; azúcar para el destino. Si la felicidad es ausencia de miedo, para el miedo, verso:

Ríete niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.
(Nanas de la cebolla)




No hay comentarios:

Publicar un comentario